La oposición a la Escuela Clásica provino de los primeros autores
socialistas, como el filósofo social francés Claude Henri de Rouvroy conde de
Saint-Simon, y el utópico británico Robert Owen. Sin embargo, fue Karl Marx el
autor de las teorías económicas socialistas más importantes, manifiestas en su
principal trabajo, El Capital (3 vols., 1867-1894).
Para la perspectiva
clásica del capitalismo, el marxismo representó una seria recusación, aunque no
dejaba de ser, en algunos aspectos, una variante de la temática clásica. Por
ejemplo, Marx adoptó la teoría del valor trabajo de Ricardo. Con algunas
matizaciones, Ricardo explicó que los precios eran la consecuencia de la
cantidad de trabajo que se necesitaba para producir un bien. Ricardo formuló esta
teoría del valor para facilitar el análisis, de forma que se pudiera entender
la diversidad de precios. Para Marx, la teoría del valor trabajo representaba
la clave del modo de proceder del capitalismo, la causa de todos los abusos y
de toda la explotación generada por un sistema injusto.
Exiliado de
Alemania, Marx pasó muchos años en Londres, donde vivió gracias a la ayuda de
su amigo y colaborador Friedrich Engels, y a los ingresos derivados de sus
ocasionales contribuciones en la prensa. Desarrolló su extensa teoría en la
biblioteca del Museo Británico. Los estudios históricos y los análisis
económicos de Marx convencieron a Engels de que los beneficios y los demás
ingresos procedentes de una explotación sin escrúpulos de las propiedades y las
rentas son el resultado del fraude y el poder que ejercen los fuertes sobre los
débiles. Sobre esta crítica se alza la crítica económica que desemboca en la
certificación histórica de la lucha de clases.
La
"acumulación primitiva" en la historia económica de Inglaterra fue
posible gracias a la delimitación y al cercamiento de las tierras. Durante los
siglos XVII y XVIII los terratenientes utilizaron su poder en el Parlamento
para quitar a los agricultores los derechos que por tradición tenían sobre las
tierras comunales. Al privatizar estas tierras, empujaron a sus víctimas a las
ciudades y a las fábricas.
Sin tierras ni
herramientas, los hombres, las mujeres y los niños tenían que trabajar para
conseguir un salario. Así, el principal conflicto, según Marx, se producía
entre la denominada clase capitalista, que detentaba la propiedad de los medios
de producción (fábricas y máquinas) y la clase trabajadora o proletariado, que
no tenía nada, salvo sus propias manos. La explotación, eje de la doctrina de
Karl Marx, se mide por la capacidad de los capitalistas para pagar sólo
salarios de subsistencia a sus empleados, obteniendo de su trabajo un beneficio
(o plusvalía), que era la diferencia entre los salarios pagados y los precios
de venta de los bienes en los mercados.
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